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mercredi 31 mai 2017

RELATO CORTO Y FICTISIO II : PERLA NEGRA

Soy Francés, por lo que ruego me disculpen las faltas de ortografía o de gramática.


Pedro, contaba solo 5 años de vida cuando sus ojos y su alma fueron testigos de su primera visión de violencia extrema: gritos, golpes, palabras que denigran el ser humano, lagrimas…demasiado dolor e incomprensión.

Con su corta edad no comprendía nada, no entendía nada.

No vale la pena dar detalles sobre el asunto. Es suficiente decir que fue una escena de violencia entre un hombre borracho y celoso y una mujer sometida.

Entonces nació,  en el corazón de Pedro, una semilla: el sentimiento de la injusticia y de la violencia que podemos encontrar en la vida.
Este pequeño grano creció poco a poco, quedando escondido tanto tiempo que nadie podía adivinar que, en el corazón de Pedro, existiera una perla negra tan dolorosa y peligrosa.

Muchos anos después habían crecido las raíces. Hasta los pies. Pedro estaba generalmente tumbado en un sillón.  No podía sentirse como un participante del mundo. No quería hacer nada que pudiese hacerle como los demás.

Leía mucho. Y no leía cosas fáciles ni agradables. Le gustaba mucho esta frase  de Albert Camus (que cito de memoria porque no tengo el libro en manos): “la única pregunta filosófica que tiene importancia es de saber porque es mejor vivir que no vivir”.

Y eso es muy peligroso. Porque Pedro entendió que  existía solo una alternativa: O la humanidad te gusta tal como es y todo va bien, o no te gusta y tienes que sufrir. 

Eso significaba que las raíces habían hecho una planta que tenía un tronco y que el tronco había crecido, con sus ramas y hojas, hasta el cerebro de Pedro.

Él, siendo ahora un hombre maduro, había elegido una carrera que le permitía olvidar la planta mala. Pero es imposible olvidar el mundo, cerrar los ojos y no saber todo lo malo que el hombre puede hacer al hombre.

En el año 1994 ocurrió el genocidio de Ruanda.  Ochocientos mil seres humanos, matados en solo 4 meses. Cada noche, una pequeña hoja susurraba: “¿Ves como va la humanidad? “. Y Pedro, cada noche contestaba “¡Que se acabe! “¡Que se acabe!”.

Y se acabó. Una noche despertó con un dolor inmenso. A su lado, cerca de su cama, el árbol había salido de su cuerpo. Un árbol feo, con ramas fuertes y hojas oscuras. Pedro entendió muy bien lo que eso significaba. Tomó una cuerda y se ahorcó a la rama más alta de este árbol, el árbol del conocimiento del bien y del mal.

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